Todos los aspectos que hemos trabajado en las últimas semanas en estos artículos sobre conceptos duales, posiblemente tienen en común el hecho de que son cualidades que, por un lado, todos consideramos en general deseables, y por otro, todos las reconocemos y las destacamos cuando no están presentes o cuando vemos a alguien que no las manifiesta. Así por ejemplo el amor, la laboriosidad, la sinceridad o la atención, de las que ya hemos hablado, pasan algo más desapercibidas que el miedo, la desidia, el engaño o la distracción.
Es simplemente cuestión de darnos cuenta que ambas polaridades forman parte de la maquinaria humana, a nivel mental principalmente, y que, en general, tengamos claro cual de las dos facetas es la que queremos manifestar para todos en la sociedad de esa “nueva Tierra”, como nos ha dado por llamar a un futuro nivel evolutivo que esperamos algún día ver manifestado en nuestra realidad.
Los dos paramentos de hoy no son diferentes en ese aspecto, la consideración hacia los demás, y la desconsideración hacia ellos. La empatía y la apertura de miras, el querer comprender y el ponerte en la piel del otro, o el querer cerrar los ojos ante ellos y rechazarlos, ya que es más fácil, o suele serlo, debido a mecanismos automáticos de protección imbuidos en la psique, rehusar y confrontar que escuchar y aceptar. Y todo, efectivamente, una vez más, por los múltiples miedos subyacentes que poseemos y que se manifiestan en las relaciones humanas.
Un espacio para el entendimiento
¿Qué es la consideración? Es tener y tomar en cuenta a los demás, lo que dicen, lo que piensan, lo que hacen. Aunque no lo compartamos o no nos veamos reflejados en ellos, les comprendemos o tratamos de hacerlo. Este comportamiento provoca y genera un espacio energético para el entendimiento, cosa harto difícil en muchos lugares, situaciones y entre muchas personas ahora mismo en una gran parte de las realidades de nuestro planeta. ¿Os imagináis que toda la población fuera considerada con todo el resto? Utopía quizás, pero realidad sin la cual no se puede alcanzar ningún futuro nivel evolutivo basado en otras reglas de convivencia y respeto común.
La consideración de una persona hacia otra suele ser un atributo de aquel que comprende varias máximas de la realidad en la que vive, y, por lo tanto, las aplica en su trato con sus semejantes, y que vienen a ser algo así como que nadie tiene en este plano la verdad absoluta, que cada uno vive en su propio universo y nivel de realidad según sus creencias, patrones y programas almacenados en su psique, y que, para cada uno de nosotros, existe una verdad tan real como la verdad de la persona de al lado, pero que no la percibe de la misma manera.
Teniendo en cuenta esto, ¿para que vas a discutirle a alguien algo en lo que cree firmemente solo porque no cuadra con lo que crees tu? Siempre suele ser más efectivo escucharse mutuamente y tomar en cuenta, considerar, todas las verdades individuales de todas las realidades existentes en el planeta, pues el mundo que vemos es la suma de las realidades donde considerándolas todas como válidas por parte de su proyector responsable (la persona que la crea), podemos llegar a entender a otra parte de la Creación haciendo su trabajo de crear en su trozo de universo la experiencia que necesita para que la Fuente se expanda y se comprenda a si misma un poco más.
Las fuerzas del choque entre realidades
Por el contrario, las fuerzas de la confrontación promueven la desconsideración como arma para enfrentar posturas, aunque lo que subyace por debajo de ello puede ser simplemente el miedo que uno puede tener a estar equivocado, a sentirse infravalorado, o simplemente miedo a que con las posturas o ideas de los demás se lleguen a romper parte de las estructuras y creencias que pudiéramos tener nosotros fuertemente implantadas sobre algún aspecto, y que nos obligue a replantear los cimientos mismos de nuestra vida en casos más extremos.
Así, para evitar esto último, poseemos varios Yos gestionados por el ego que facilitan la puesta en marcha de mecanismos de defensa ante estas situaciones, y que son los que detonan ataques entre personas, procesos de difamación, juicio a otros, crítica, etc. Simplemente, por miedo, y por ser incapaces de ponernos en la piel de los demás y entender que ven el mundo de forma diferente a uno, ya que el contenido de su realidad es distinto.
Energéticamente, además, es fácil suponer que subyace debajo de estos opuestos, pues la consideración incluye patrones derivados de la energía del amor, mientras que la desconsideración tiene siempre un sustrato de algún tipo de miedo, por mucho que se disfrace o se esconda bajo cualquier otro comportamiento aparentemente más inocente o superficial.
También, como posiblemente ya habéis visto o leído anteriormente, el ser humano puede llegar a poseer de forma natural la cualidad de la consideración activa a través de los llamados centros superiores de control, ya que precisamente el centro emocional superior regula esta capacidad de entender y ponerse en la piel de otros para empatizar con ellos y pasar de la visión del “yo” a la visión del “nosotros”, proceso que se consigue a partir, como siempre, del trabajo interior que cada uno debe hacer para conseguir despertar esas otras cualidades subyacentes de forma que se manifiesten siempre de forma automática.
Dejemos paso a la consideración. Hay tantos puntos de vista y realidades solapadas como mónadas hay en el conjunto de toda la existencia, y es de recibo que todas contengan su propia versión del universo y de la Creación.
http://davidtopi.com/consideracin-y-desconsideracin/
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