“Es importante, evidentemente, escoger un alimento sano y hacer comidas equilibradas, pero el estado en el que comemos es todavía más importante: cuando no tomamos ciertas precauciones, podemos envenenarnos con la mejor de las comidas.
Si coméis perturbados, irritados o en otros estados negativos, impregnáis los alimentos con los venenos producidos por tales estados, y estos venenos van a difundirse por todo vuestro organismo.
Lo inverso también es cierto: los alimentos se impregnan con los buenos pensamientos y los buenos sentimientos que podéis tener cuando coméis y os alimentan con su quintaesencia.
Es normal que estéis momentáneamente perturbados e irritados por ciertos acontecimientos; pero entonces, aunque sea la hora de comer, esperad un poco hasta que hayáis recobrado la paz.
Si no os es posible esperad, si vuestras ocupaciones os obligan a comer justo en ese momento, haced por lo menos el esfuerzo de concentraros en el alimento impregnándolo con vuestro respeto y con vuestra gratitud: al penetrar en vosotros, estos sentimientos, de los que el alimento será el soporte, transformarán vuestros estados negativos.”
Omraam Mikhaël Aïvanhov
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