Nuestra atención es a veces la herramienta de acción y control más poderosa que tenemos, allí, hacia donde dirigimos nuestra atención, es donde concentramos nuestras energías. Si nos enfocamos a ver aquello que nos impide pasar, no seremos capaces de ver otros caminos, mucho menos apreciaremos la posibilidad de crear nuevos, ajustados especialmente a lo que necesitamos.
La vida algunas veces nos dirá que no y esto no debe hacer que nuestra vida se suspenda, debemos ser agradecidos inclusive con aquello que no podemos entender, porque nunca estaremos en una posición diferente a la que necesitemos. Cada paso y decisión que demos nos va llevando a nuestra próxima posición y vamos tejiendo nuestra propia red, donde no nos será posible alcanzar algunas cosas sin antes capacitarnos para ello.
Debemos aceptar que las cosas no tendrán los resultados que hemos esperado, ni para los cuales hemos trabajado, sin embargo, debemos confiar en el proceso de la vida y en nuestro propio plan de evolución, para fluir con cada experiencia sin detenernos a mirar esa puerta cerrada con ojos de nostalgia, de frustración o de rabia.
Si se ha cerrado es porque tenía que cerrarse, hemos cumplido nuestro ciclo allí, no debemos invertir más tiempo ni energías en ese camino, pero muchísimo menos debemos invertir nuestros recursos en estado de contemplación, que generalmente va acompañado por un período de inacción.
Tomémonos un tiempo prudencial para darnos cuenta de lo ocurrido, para procesar la información, para ajustar nuevos parámetros de rumbo y para definir cuál será la nueva ruta. Si actuamos con fe y seguros de que lo mejor está por venir, activaremos la energía que nos hará recorrer los caminos que más nos convengan, que cabe advertir, que no necesariamente coincidirán con los más agradables, ni con los que conscientemente elegiríamos, pero que muy probablemente nos dotarán de lo que necesitamos para crecer.
Algunas veces inclusive la puerta se cerrará y no podremos distinguir si hemos quedado dentro o fuera de un escenario, pero el sentido de pertenencia nos dará algunas pistas, ese sentir que somos parte de algo, o que por el contrario, no pertenecemos allí nos hará entender el proceso y si hemos quedado dentro, podremos evaluar si efectivamente tenemos intenciones de permanecer o si bien debemos nosotros tomar medidas o si hemos quedado afuera, desde donde no queda nada más sano que agradecer la experiencia con todos sus aprendizajes y partir.
Solo tú decides en qué inviertes tu vida, al final no importa mucho en qué lo hagas, pero sí que lo disfrutes…
Si las opciones son quedarte observando una puerta cerrada o lanzarte a ver qué hay detrás de las muchas que se abren en simultáneo, no será difícil tomar la decisión.
Sara Espejo
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